domingo, 24 de mayo de 2020

CORONAVIRUS. EL TRABAJO: EMPRESAS Y TRABAJADORES, BAJO EL MANDATO DE LA RECONVERSIÓN


Daniel Santa Cruz. LA NACIÓN. 23 de mayo de 2020 
"Utilizando una metáfora médica podríamos decir que, esencialmente, lo que hemos hecho ha sido poner la economía en un coma inducido hasta que la pandemia se haya controlado", describió días atrás el reconocido economista Paul Krugman sobre la situación que hoy vive el mundo. Y agregó: "Esto es algo tremendo, supone un shock gigantesco y sin precedentes para la economía global".

Ese shock del que habla Krugman se ve reflejado en los trabajos que se están perdiendo y que posiblemente no se recuperarán. Según la OIT (Organización Internacional del Trabajo) entre abril y junio se perderán 195 millones de empleos en el mundo.

Los sectores más afectados con pérdidas de mano de obra son el hotelero, la alimentación, el gastronómico, el inmobiliario, las actividades administrativas, las fábricas y los servicios de reparación, los comercios, el área de los negocios y el sector artístico. Otra mala noticia: la Argentina reúne el 41% de sus empleos dentro de este grupo de riesgo, de acuerdo al informe de la OIT.

Muchos economistas y especialistas, desde miradas disímiles sobre el manejo de la economía y la producción, comparten las afirmaciones de Krugman. Algunos van más allá y califican la situación de inédita, sin obviar las etapas de recesión, crisis económicas y guerras. Señalan que, por primera vez desde la Revolución Industrial, ocurrida dos siglos atrás, la humanidad paró la rueda de la economía, que, aun con tropiezos, nunca había dejado de rodar.

Pero la rueda volverá a girar, y acaso no falte mucho. El dilema que se presenta es saber cuántos trabajadores y cuantas empresas se adaptarán a la nueva realidad y tendrán la capacidad de subirse a ella a tiempo.

¿Qué pasará en los próximos años? ¿Vamos hacia una nueva realidad en el mundo del trabajo? ¿Hacia una profundización de la informalidad y la inequidad existente? ¿O la exponencialidad de la tecnología generará una modernización que estaba retrasada en la Argentina y así dará más oportunidades de trabajo?

Estas preguntas están reflejadas en un relevamiento realizado el mes pasado por la consultora Grupo de Estudios Futuro del Trabajo, titulado "El impacto del Covid-19 en el futuro, en el trabajo y en la agenda pública".

Ese documento detalla las distintas realidades del mercado laboral actual, convulsionado por la situación general. Por ejemplo, las empresas de tecnología están creciendo a diario, con nuevos protagonistas como Zoom y Slack . En particular, se constata un avance de las empresas de comercio online . Hasta las más pequeñas tiendas están ofreciendo algún sistema de envío a domicilio.

Pero este crecimiento de un sector que, de a poco, ha empezado a contratar más gente, ¿compensará la pérdida en otros? ¿Son transferibles las capacidades y habilidades? Esas preguntas, hoy sin respuesta, abren desafíos inmediatos.

Empleos que se pierden
Una luz de alerta aparece en la mencionada publicación: la falta de trabajo probablemente será más permanente, en especial en tareas rutinarias y mecánicas que en la Argentina todavía no se han modernizado. Esos empleos se están perdiendo a causa de la pandemia y acaso no volverán, ya que posiblemente la tecnología los reemplace.

"Se perderán empleos por el achicamiento de una determinada industria, por ejemplo en hotelería y gastronomía, comercio minorista, transporte de larga distancia, industria manufacturera, refinerías de petróleo y gas. También, por el reemplazo de actividades consideradas de riesgo ante la pandemia. Por ejemplo, el uso del remise crece porque el usuario puede llamar siempre al mismo chofer, en tanto Uber y Cabify decrecen. Habrá playeros en estaciones de servicio reemplazados por modalidades de autoservicio, y un aumento de los deliverys frente a la atención de mostrador o mesas, por el cambio cultural fruto de la emergencia", describe Santiago Frega, investigador de RIET (Red Internacional de Educación y Trabajo).

Muchos trámites que ya estaban disponibles en línea son ahora masivamente conocidos por la cuarentena. "Habrá un reemplazo de atención al público por servicios en línea. Principalmente, en bancos y agencias del Estado", señala Frega.

El descenso del consumo generará una baja en algunas actividades: "Los kioscos de diarios, golosinas y otros pequeños comercios se verán afectados y el trabajo asociado también. Aun luego de la pandemia, se espera un descenso de personas en la calle. Veremos menos salidas para ir al psicólogo, a tomar un café, a clases de guitarra, a grupos de afinidades u otros", señala.

Más que pensar en trabajos, hay que pensar en tareas. Así lo entiende Alejandro Melamed, director ejecutivo de Humanize Consulting: "Lo importante será el valor que agrega cada uno. Se dejará de demandar lo que tenga valor agregado nulo, aquello cuya ausencia no generó impacto negativo. Y se revalorizará la tecnología, la salud, la educación, la ciencia, la alimentación, la seguridad y todo aquello que se ha reconocido como esencial. Hay que reeducar a mucha gente e incorporar nuevos saberes y competencias".

Reconvertidos
Si menos gente va a la oficina se presenta un efecto negativo: habrá menos gente en el microcentro consumiendo en bares y restaurantes, menos viajes para los taxistas, para las apps como Uber, para el transporte público . ¿Cómo reconvertir esos trabajos que se van a perder?

"Esto sucederá", señala Melamed. "Pero mucha más gente consumirá en sus casas, comprará a distancia y podría trabajar para cualquier lugar del mundo. Es un proceso en el que muchos deberán desaprender cosas para aprender otras diferentes".

Frega destaca que la reconversión del empleo es una cuestión urgente. "Asistiremos a una etapa de descentralización geográfica del empleo y del estudio, los dos principales motores de movilidad. Y veremos un aumento del cuentapropismo, las cooperativas y el intercambio directo de bienes y servicios", describe.

De a poco, se crearán nuevas fuentes de trabajo: "Cabe esperar la creación de empleo en áreas de la salud, la psicología social, la logística, la seguridad e higiene, la producción de alimentos, pero también en la automatización de procesos, la informática, la robótica, la inteligencia artificial, entre otros. Del mismo modo, se anticipan nuevas modalidades de empleo para trabajos ya conocidos como los servicios de cuidado de niños, atención psicológica, enseñanza particular, enseñanza oficial. Áreas como la provisión de servicios culturales podrían experimentar nuevos y múltiples formatos que ya empiezan a vislumbrarse".

El mundo del trabajo se mueve al compás de los cambios globales de la matriz de producción en la llamada sociedad del conocimiento, dice Luis Scasso, director de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI). "Los estudios muestran el crecimiento de los trabajos no rutinarios y el estancamiento de los rutinarios. La educación y la formación cobran así un valor fundamental",

De pronto, todo cambió
Mientras que en 2017 solo el 11% de los trabajadores en la Argentina realizaban tareas a distancia, hoy el 80% de los encuestados reconocen estar bajo la modalidad de teletrabajo, según el informe del Grupo de Estudio Futuro del Trabajo. El 67% lo hace en el ámbito privado y el 33% en el sector público. En áreas tales como administración, contabilidad y finanzas; educación e investigación; comercial, venta y negocios; comunicación, relaciones institucionales o públicas; tecnología, sistemas y telecomunicaciones; legales; recursos humanos y capacitación; atención al cliente, call center y telemarketing; salud, enfermería y farmacia.

De ese 80%, el 60% quiere seguir trabajando bajo esta modalidad, por una "mayor productividad" y un ahorro de tiempo en los traslados. Sin embargo, seis de cada diez encuestados sostienen que la presencia física es un aspecto clave en la valoración de su trabajo.

Desde casa
La pandemia está generando muchos cambios también en las organizaciones públicas y privadas. El home office está obligando a las empresas a trabajar de forma diferente, a probar distintas maneras de comunicarse con sus empleados, a descubrir líderes de equipos y mantener la organización funcionando.

¿Será posible ser creativo y productivo sin la cercanía física de los grupos de trabajo? ¿Los cargos jerárquicos con personal a cargo podrán ser efectivos coordinando el trabajo de los demás a distancia? ¿No ha resultado efectivo, hasta ahora, el trato personal? Los profesionales que suelen trasladarse a distintas posiciones regionales con un alto costo en viajes y hoy están haciendo su trabajo en sus casas, ¿cómo seguirán? El jefe regional de ventas o marketing, por dar un ejemplo, que viaje tres o cuatro veces al mes, ¿podrá seguir aportando valor así, luego de que durante los meses de cuarentena hizo el mismo trabajo por teleconferencia?

En la Argentina, en un escenario caracterizado por la falta de experiencia previa y la ausencia de infraestructuras sólidas, el home office plantea grandes desafíos. Por otro lado, el rol del Estado en la economía se incrementará en lo inmediato, con paquetes económicos de estímulos y ayuda. Lo mismo en los mercados de trabajo, en un intento de fomentar el empleo.

"Esto debería hacerse no solo entregando dinero a los individuos, sino también a las empresas, principalmente las pequeñas y medianas, para que conserven a sus trabajadores. Ya son visibles estas estrategias en los paquetes de estímulos en Estados Unidos y en Europa", señala la investigación del Grupo de Estudio Futuro del Trabajo.

El factor conectividad
"El Estado tiene un rol central en la Argentina por varias razones. Principalmente, porque el 20% de todo el empleo argentino es estatal, sin incluir monotributistas, que muchos trabajan para el Estado", señala Frega. "El Estado puede y debe liderar la mejora de la calidad del empleo con sus recursos y agentes".

El teletrabajo o home office hace todavía más necesario, al igual que en el sector de educación, que el Estado asegure buena conectividad a Internet para toda la sociedad. Esta crisis demuestra -una vez más- que la conectividad es actualmente tan esencial y estratégica para un país como el acceso a la electricidad.

Aumentar las posibilidades de transmisión a través de banda ancha será esencial para que el teletrabajo se pueda desarrollar de manera efectiva y para aumentar la productividad. Imaginemos un día de semana al mediodía con cientos de miles de empleados transmitiendo datos, archivos, imágenes y videos, todos a la vez; si colapsa el servicio se generará una baja en la producción.

La educación, clave
Como ocurre tras cada hecho que marca un cambio de época, la educación cumple un papel fundamental en la formación ciudadana adecuada a los nuevos retos sociales. Pero hay que apuntalarla.

"El escenario pospandemia estará signado por un aumento de la escasez y de la demanda de capacidad laboral a mayor velocidad, lo que a su vez demandará mayor flexibilidad en el formato escolar y universitario, y una mayor especialización, y menor alcance, de los conocimientos enseñados", señala Mariano Narodowsky, pedagogo e investigador. "La inteligencia artificial puede aportar mayor focalización y entrenamiento mediante el control del aprendizaje en tiempo real".

La pandemia ha puesto en mayor evidencia la vulnerabilidad, señala Gabriel Sánchez Zinny, exministro de educación bonaerense. "Los niveles de ingresos de las familias, la educación formal de los padres, la calidad de los docentes en las escuelas más pobres siempre han sido un determinante de la calidad de los aprendizajes. Pero en esta época de pandemia eso se hace todavía más evidente, ya que además de esos factores, la conectividad a Internet está definiendo quien tiene o no acceso al conocimiento, acceso a los materiales virtuales, a la conexión más directa con los docentes", sostiene.

"El final de la secundaria puede ser un tiempo de empezar a elegir y de buscar direcciones, pero no hay que apurarlo", dice Gustavo Iaies, especialista en educación. "Hay que pensar una escuela que te garantice las bases para caminar en proyectos propios. Porque incluso debemos pensar que probablemente sean varios los proyectos que se elijan a lo largo de la vida; todo eso se podrá realizar con bases sólidas, con aprendizajes que abran al resto del mundo del conocimiento".

¿Cuánta especialización?
Narodowsky advierte: "El problema es si en esa búsqueda de satisfacer una nueva demanda en un nuevo escenario, la educación tiene que renunciar a su vocación universalista, la idea de que todo el saber humano es para todos los seres humanos, a favor de generar un mayor número de clusters (grupos) de especificidad en el conocimiento, seguramente asociados al origen socioeconómico de los futuros trabajadores".

Scasso destaca: "Queda el desafío de mejorar la integración del sistema de formación profesional, para que facilite el desarrollo de trayectos formativos cuyas acreditaciones sean acumulativas y permitan a los jóvenes y trabajadores ir alcanzando mayores niveles de formación y acreditación. Así se podrá proyectar una carrera profesional en un contexto de cambio permanente".

Desde las empresas
Muchos se preguntan si las empresas se beneficiarán con el ahorro de gastos que supone el home office . "Yo creo que se redimensionarán. Hay que pensar en las inversiones en infraestructura, cultura, procesos y capacidades para que sea realmente home office y no solo working from home, como está sucediendo ahora. Tiene que ser un proceso de inversiones optimizadas, en el que todos ganen", aclara Melamed.

"Las empresas que saldrán fortalecidas serán aquellas que cuenten con información precisa de otras transiciones productivas ya ocurridas, que parecen del futuro pero son del presente", dice Frega. "La buena noticia, en medio de la dificultad, es que esta situación se presenta en medio de una transición productiva. Hoy contamos con herramientas concretas que hace menos de diez años no teníamos".

Para Melamed, las empresas deberán reinventarse. "Aquellas que piensen solamente en ganar plata no creo que tengan relevancia en el mundo que viene".

El futuro se adelantó
Hace un par de años no podíamos imaginar las condiciones de trabajo que tenemos en la actualidad. Hablamos de trabajo freelance, home office, teletrabajo o working from home, entre otras definiciones, y de semanas laborales de siete días o de tres, porque hoy lo que prima es el rendimiento y no los horarios.

Además, este freno de la economía productiva se está dando en medio de una revolución tecnológica. Eso también acrecienta el miedo a que los robots se queden con nuestros puestos de trabajo. Aunque suene exagerado, lo cierto es que está aumentando notablemente la automatización en el trabajo, con hasta 50 millones de empleos adaptados para la robotización.

Ya tenemos señales concretas de lo que serán los comportamientos laborales habituales luego de la pandemia del Covid-19 , que adelantó el futuro sin aviso. Y sin preguntarnos si estábamos preparados.

domingo, 17 de mayo de 2020

PANDEMIA: LA REINVENCIÓN DEL ESPACIO FÍSICO DE TRABAJO


Martina Rua. PARA LA NACION. 16 de mayo de 2020 
Luego de la experiencia de estar trabajando desde hace dos meses desde sus casas, Jack Dorsey, el CEO de Twitter, anunció ayer que ya no será necesario que sus empleados vuelvan al edificio corporativo "nunca más". Desde la compañía dijeron que si los colaboradores tienen un rol y una situación que les permite trabajar desde casa y quieren continuar haciéndolo "para siempre", entonces "haremos que eso suceda. Si no, nuestras oficinas serán cálidas y acogedoras, con algunas precauciones adicionales, cuando consideremos que es seguro regresar". Este anuncio me dejó pensando. ¿Si tuvieran la posibilidad de elegir, qué preferirían? ¿Trabajar 100% desde casa, 100% desde una oficina o un híbrido de ambas modalidades que sea adaptable a nuestras necesidades de cada semana?

Con este pregunta y con una lectura honda de esta época firmas de arquitectura, conglomerados de real estate y empresas de todo el mundo están planificando y dándoles vida a las oficinas que iban a ser del futuro, pero que se instalaron en el presente.

Durante centenares de años las oficinas dieron a las empresas mucho más que un espacio físico: son signo de poder, de control, de singularidad, de estatus, hasta de un modo de ser empresa. Pienso por ejemplo en la experiencia que tuve al visitar los campus de Facebook y Google en Silicon Valley: peluquerías, babysitter, 8 restaurantes con comidas de todo el mundo y hasta un inodoro con la tabla térmica, verdaderas miniciudades a donde no solo se va a trabajar, sino a ser parte de una cultura.

En la Argentina, por ejemplo el edificio de Mercado Libre, es el orgullo de quienes disfrutan de su arquitectura colaborativa y sustentable o los nuevos espacios de Banco Galicia con bares y sillones. Pienso también en un sinfín de espacios sórdidos, sin luz natural y lúgubres que he visitado por trabajo.

¿Cómo volver, en cualquier caso, de una manera segura? La vuelta es y será compleja. En China, por ejemplo, es tal la complejidad logística que la empresa de servicios inmobiliarios Cushman & Wakefield creó un manual de 300 páginas para ayudar a 10.000 clientes a "aprender" a volver. La compañía, que introdujo un concepto que llama Six Feet Office, ofrece servicios para acompañar la vuelta que soporte las auditorías de espacio y de cambio cultural relativas a higiene, distanciamiento social, interacciones.
Se esperan también mobiliarios versátiles y "sillas ágiles" con superficies adaptables a la colaboración. Un nuevo concepto es que las oficinas ya no sean lugares donde las personas se congregan para hacer su trabajo en paralelo, sino que se visiten a veces para colaborar, conocer talento y crecer en la cultura.

"Esta cuarentena puso de manifiesto que podemos trabajar desde casa, pero que tenemos una necesidad importantísima de encuentro con el otro y que ese encuentro también es bueno para nuestra productividad. Para el regreso post Covid-19 vemos una menor densidad poblacional en la oficina, si lo normal era hablar de 6 metros cuadrados por persona, pasaremos a 12 o 16 metros cuadrados, como promedio. Las personas irán rotando. Parte del tiempo trabajarán home office y también habrá un concepto de oficinas satélites, que tienen conectividad y comodidad, pero permiten bajar la densidad de las oficinas centrales", describe Mariana Stenge, titular de Stenge Real State.

Según la especialista, una contra del home office es que no todos tienen un espacio apropiado para hacerlo, por eso se está experimentando en muchos casos un síndrome de "lock office", en relación con la sensación de confinamiento y tener que trabajar sin un ambiente adecuado para lograrlo, que impacta en cómo se sienten las personas, en su productividad y bienestar.

Para el economista Eduardo Levy Yeyati, decano de la Escuela de Gobierno de la Universidad Torcuato Di Tella, uno de los grandes ganadores podrían ser los bares en detrimento de las oficinas. Espacios para socializar y teletrabajar donde las personas se sienten casi como en casa, pero en un tercer lugar, lejos de las múltiples distracciones e imponderables que se presentan en casa. Para Stenge esto puede funcionar para algunas profesiones, pero no para todas.

"El gran desafío está en combinar el bienestar y el trabajo colaborativo. Los bares pueden servir más para profesiones individuales como diseñadores, pero cuando se necesita trabajar en equipo de tres o más personas, se precisa un ámbito adecuado y diseñado para colaboración", opina Stenge.


LA OTRA CARA DE LA PANDEMIA: LA SALUD MENTAL Y EL TALENTO DE LAS EMPRESAS


La combinación de aislamiento, miedo e incertidumbre pueden atentar contra el bienestar psíquico en el ámbito corporativoLa combinación de aislamiento, miedo e incertidumbre pueden atentar contra el bienestar psíquico en el ámbito corporativo
Crédito: Shutterstock
Alejandro Melamed María Roca. 16 de mayo de 2020 

El Covid-19 impuso a personas, grupos y sociedades desafíos que nunca imaginamos. Esta situación nos agarró desprevenidos ya que nadie estaba preparado para el impacto sanitario, económico y social que esto iba a tener tanto en las personas, como en las familias, los grupos y los estados. Las empresas no fueron la excepción. Fueron, también, tomadas por sorpresa sin imaginar lo que el futuro traería por delante, aun cuando ya lo tenían frente a sus narices. Esta situación impuso un cambio drástico e inesperado en la forma de coordinación y colaboración para la cual muchas organizaciones y sus líderes no estaban preparados.

La realidad que hoy vivimos nos hubiese parecido de ciencia ficción tan solo hace un par de meses. Sin embargo, nuestro cerebro está logrando adaptarse y hoy toma como normales muchas cuestiones que le hubiesen resultado poco probables hasta hace solo algunos días. El cerebro se adapta, tienen la capacidad innata para adaptarse frente a la falta de contexto. Pero no lo hace sin un costo, particularmente cuando no se atiende a las necesidades de la mente. Y el costo de esta otra cara de la pandemia será alto, tanto a corto como a mediano y a largo plazo.

Las emociones son procesos que dispara nuestro organismo cuando algo que afecta nuestro bienestar se está poniendo en juego. Tienen una base evolutiva y - a diferencia de lo que muchos creen - tienen un rol adaptativo de protección del individuo y de la especie. Es indudable que mucho con respecto a nuestro bienestar se está poniendo en juego. Tenemos miedo a enfermarnos, a que se enferme alguien de nuestras familias. Tenemos incertidumbre por el futuro personal, profesional y económico. Estamos sorprendidos e impactados con la situación, y distintos actores son los depositarios de nuestra ira y enojo. Vale decir que, dado que mucho de nuestro bienestar se está poniendo en juego, es esperable que seamos cautivos de una montaña rusa emocional.

Las empresas suelen buscar soluciones pragmáticas y veloces a los problemas. Pero el Covid-19 ha generado ataques por tantos flancos, que las respuestas más habituales no siempre están a mano. Mucho menos en lo que a la salud de la mente se refiere.

La mente humana es muy compleja, y hoy en día se está enfrentando a una serie de estímulos simultáneos que le requieren más que nunca de tal adaptación, ya que las soluciones que solían ser suficientes no lo serán. Los cambios que se imponen en el contexto actual van desde el trabajo remoto con su consecuente desdibujamiento de límites entre lo personal y lo laboral, la pérdida de actividades que nos generaban bienestar y los efectos intrínsecos al aislamiento forman un cóctel explosivo que pone en riesgo la salud mental y el bienestar de los trabajadores.

Lo que está ocurriendo con el Covid-19 impacta de lleno, no sólo en la salud física de las personas, sino que también afecta de forma clara y contundente su salud mental. El aislamiento social preventivo y obligatorio, expuso a la salud mental de todos a importantes desafíos, y las personas que desarrollan sus actividades en y para las empresas no son inmunes a ellos. Aquellas organizaciones que tengan en cuenta este aspecto -no sólo el impacto a nivel económico, sino que estén atentos a la salud mental de sus líderes y sus colaboradores, cuidándolos, ayudándolos a desarrollar recursos y capacidades, propiciando su bienestar integral-, tendrán mayores chances de navegar esta crisis y salir fortalecidos de ella. Quienes acepten este hecho, alejándose de los estigmas que históricamente han generado los problemas de salud mental, irán por buen camino.

El cuidar la salud mental del talento tendrá consecuencias positivas no solo a nivel sanitario - existe una estrecha relación entre la salud mental y el sistema inmune - sino también a nivel económico y social. Según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), por cada dólar invertido en ampliar el tratamiento de los trastornos mentales, puede esperarse un retorno de otros cuatro dólares en salud y productividad. Las empresas que puedan ver y buscar soluciones, tendrán una mayor probabilidad de contribuir en esta dirección.

El concepto de resiliencia
El término resiliencia proviene de la física y hace referencia a los objetos que se doblan bajo tensión sin romperse. Originalmente el término se acunó para hacer referencia a personas salen fortalecidas de situaciones traumáticas, pero hoy se sabe que la resiliencia es un rasgo natural de los seres humanos asociándose a la habilidad de enfrentar y manejar las situaciones de estrés. Así, desde el campo de la salud mental, la resiliencia es la capacidad de fortalecerse a partir de la adversidad. Y sin duda el contexto que vivimos es adverso. ¿Existirán las empresas resilientes? ¿Podrán salir fortalecidas de esto? Definitivamente, sí.

¿Cómo hacerlo? ¿Cómo proteger la salud mental y fomentar el bienestar y la resiliencia en nuestro talento? En este caso la respuesta llega desde las neurociencias cognitivas y la psicología. Desde técnicas de afrontamiento a diferentes niveles -que incluyen modificaciones a nivel ambiental, fisiológico y cognitivo-conductual- hasta cambios de "seteos" mentales que nos permitan ver en esto que nos pasa es una oportunidad y encontrar en ello un sentido, un propósito.

El disfrutar de las pequeñas cosas, el mirar lo que sucede con perspectiva, el mindfulness y la meditación, son algunas de las herramientas que han mostrado ser efectivas en generar una barrera protectora frente al estrés, que en este momento es imperativo enfrentar. Para que esta cara de la pandemia no nos tome por sorpresa se han generado alianzas estratégicas que buscan brindar un abordaje holístico, con bases científicas y experiencia de campo, con una mirada humana y profesional pero también centrada en el conocimiento de la compleja e invaluable mente.

Después de todo, éste es el mayor capital con el que cuentan las personas, las familias y desde ya las organizaciones. Y es una ecuación, en la que todos salimos ganadores en el largo plazo. Este es el momento más importante para cuidar a las personas y en el que todos deben mostrar la capacidad de responder con humanidad, sensibilidad y auténtica grandeza.

Autores: María Roca es Coordinadora Científica de la Fundación INECO y Alejandro Melamed es Director General de Humanize Consulting