La combinación de aislamiento,
miedo e incertidumbre pueden atentar contra el bienestar psíquico en el ámbito
corporativoLa combinación de aislamiento, miedo e incertidumbre pueden atentar
contra el bienestar psíquico en el ámbito corporativo
Crédito: Shutterstock
Alejandro Melamed María Roca. 16
de mayo de 2020
El Covid-19 impuso a personas,
grupos y sociedades desafíos que nunca imaginamos. Esta situación nos agarró
desprevenidos ya que nadie estaba preparado para el impacto sanitario,
económico y social que esto iba a tener tanto en las personas, como en las
familias, los grupos y los estados. Las empresas no fueron la excepción.
Fueron, también, tomadas por sorpresa sin imaginar lo que el futuro traería por
delante, aun cuando ya lo tenían frente a sus narices. Esta situación impuso un
cambio drástico e inesperado en la forma de coordinación y colaboración para la
cual muchas organizaciones y sus líderes no estaban preparados.
La realidad que hoy vivimos
nos hubiese parecido de ciencia ficción tan solo hace un par de meses. Sin
embargo, nuestro cerebro está logrando adaptarse y hoy toma como normales
muchas cuestiones que le hubiesen resultado poco probables hasta hace solo
algunos días. El cerebro se adapta, tienen la capacidad innata para adaptarse
frente a la falta de contexto. Pero no lo hace sin un costo, particularmente
cuando no se atiende a las necesidades de la mente. Y el costo de esta otra
cara de la pandemia será alto, tanto a corto como a mediano y a largo plazo.
Las emociones son procesos que
dispara nuestro organismo cuando algo que afecta nuestro bienestar se está
poniendo en juego. Tienen una base evolutiva y - a diferencia de lo que muchos
creen - tienen un rol adaptativo de protección del individuo y de la especie.
Es indudable que mucho con respecto a nuestro bienestar se está poniendo en
juego. Tenemos miedo a enfermarnos, a que se enferme alguien de nuestras
familias. Tenemos incertidumbre por el futuro personal, profesional y
económico. Estamos sorprendidos e impactados con la situación, y distintos
actores son los depositarios de nuestra ira y enojo. Vale decir que, dado que
mucho de nuestro bienestar se está poniendo en juego, es esperable que seamos
cautivos de una montaña rusa emocional.
Las empresas suelen buscar
soluciones pragmáticas y veloces a los problemas. Pero el Covid-19 ha generado
ataques por tantos flancos, que las respuestas más habituales no siempre están
a mano. Mucho menos en lo que a la salud de la mente se refiere.
La mente humana es muy
compleja, y hoy en día se está enfrentando a una serie de estímulos simultáneos
que le requieren más que nunca de tal adaptación, ya que las soluciones que
solían ser suficientes no lo serán. Los cambios que se imponen en el contexto
actual van desde el trabajo remoto con su consecuente desdibujamiento de
límites entre lo personal y lo laboral, la pérdida de actividades que nos
generaban bienestar y los efectos intrínsecos al aislamiento forman un cóctel
explosivo que pone en riesgo la salud mental y el bienestar de los
trabajadores.
Lo que está ocurriendo con el
Covid-19 impacta de lleno, no sólo en la salud física de las personas, sino que
también afecta de forma clara y contundente su salud mental. El aislamiento
social preventivo y obligatorio, expuso a la salud mental de todos a
importantes desafíos, y las personas que desarrollan sus actividades en y para
las empresas no son inmunes a ellos. Aquellas organizaciones que tengan en
cuenta este aspecto -no sólo el impacto a nivel económico, sino que estén
atentos a la salud mental de sus líderes y sus colaboradores, cuidándolos,
ayudándolos a desarrollar recursos y capacidades, propiciando su bienestar
integral-, tendrán mayores chances de navegar esta crisis y salir fortalecidos
de ella. Quienes acepten este hecho, alejándose de los estigmas que
históricamente han generado los problemas de salud mental, irán por buen
camino.
El cuidar la salud mental del
talento tendrá consecuencias positivas no solo a nivel sanitario - existe una
estrecha relación entre la salud mental y el sistema inmune - sino también a
nivel económico y social. Según un informe de la Organización Mundial de la
Salud (OMS), por cada dólar invertido en ampliar el tratamiento de los
trastornos mentales, puede esperarse un retorno de otros cuatro dólares en
salud y productividad. Las empresas que puedan ver y buscar soluciones, tendrán
una mayor probabilidad de contribuir en esta dirección.
El concepto de resiliencia
El término resiliencia
proviene de la física y hace referencia a los objetos que se doblan bajo
tensión sin romperse. Originalmente el término se acunó para hacer referencia a
personas salen fortalecidas de situaciones traumáticas, pero hoy se sabe que la
resiliencia es un rasgo natural de los seres humanos asociándose a la habilidad
de enfrentar y manejar las situaciones de estrés. Así, desde el campo de la
salud mental, la resiliencia es la capacidad de fortalecerse a partir de la
adversidad. Y sin duda el contexto que vivimos es adverso. ¿Existirán las
empresas resilientes? ¿Podrán salir fortalecidas de esto? Definitivamente, sí.
¿Cómo hacerlo? ¿Cómo proteger
la salud mental y fomentar el bienestar y la resiliencia en nuestro talento? En
este caso la respuesta llega desde las neurociencias cognitivas y la
psicología. Desde técnicas de afrontamiento a diferentes niveles -que incluyen
modificaciones a nivel ambiental, fisiológico y cognitivo-conductual- hasta
cambios de "seteos" mentales que nos permitan ver en esto que nos
pasa es una oportunidad y encontrar en ello un sentido, un propósito.
El disfrutar de las pequeñas
cosas, el mirar lo que sucede con perspectiva, el mindfulness y la meditación,
son algunas de las herramientas que han mostrado ser efectivas en generar una
barrera protectora frente al estrés, que en este momento es imperativo
enfrentar. Para que esta cara de la pandemia no nos tome por sorpresa se han
generado alianzas estratégicas que buscan brindar un abordaje holístico, con
bases científicas y experiencia de campo, con una mirada humana y profesional
pero también centrada en el conocimiento de la compleja e invaluable mente.
Después de todo, éste es el
mayor capital con el que cuentan las personas, las familias y desde ya las
organizaciones. Y es una ecuación, en la que todos salimos ganadores en el
largo plazo. Este es el momento más importante para cuidar a las personas y en
el que todos deben mostrar la capacidad de responder con humanidad,
sensibilidad y auténtica grandeza.
Autores: María Roca es
Coordinadora Científica de la Fundación INECO y Alejandro Melamed es Director
General de Humanize Consulting
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